“Y al ver a la muchedumbre,
sintió compasión de ella”
Un sacerdote de Gran Canaria publica un testimonio
desde Ecuador, donde vivió el terremoto en directo.
(Fuente: Diario La Provincia 25-4-2016)
Ya pasaron 72
horas desde que el terremoto sacudió las seis provincias del país que están
más al norte y junto al océano Pacifico; ya pasaron 72 horas desde que se derrumbaron cerca de 2.000 edificios y casi 20.000 personas quedaron sin hogar; ya pasaron 72 horas desde que muchísimas personas no pudieron escapar a la fuerza que se abatió sobre su casa o lugar de trabajo, derribándolo todo y quedando atrapadas entre los escombros, de ellas ya se recuperaron bastantes con vida, (milagrosamente hoy rescataron a cinco) pero ya van más de 500 fallecidas.
más al norte y junto al océano Pacifico; ya pasaron 72 horas desde que se derrumbaron cerca de 2.000 edificios y casi 20.000 personas quedaron sin hogar; ya pasaron 72 horas desde que muchísimas personas no pudieron escapar a la fuerza que se abatió sobre su casa o lugar de trabajo, derribándolo todo y quedando atrapadas entre los escombros, de ellas ya se recuperaron bastantes con vida, (milagrosamente hoy rescataron a cinco) pero ya van más de 500 fallecidas.
Hoy mismo
impresionaban las imágenes en las que se veían a muchos bomberos y rescatistas
rodeando un edificio en ruinas que fue hasta el sábado un centro comercial en
Manta, todos en absoluto silencio y sin moverse para que pudieran escuchar la
voz de un joven atrapado entre los escombros y ubicarlo: hoy para ese joven se
hizo la luz, consiguieron sacarlo prácticamente ileso. Como milagrosamente en
Portoviejo salieron ilesas 60 catequistas que estaban en una casa de
encuentros; al comenzar el terremoto se iban cayendo las paredes de la sala,
bajaron las escaleras y pudieron llegar a la calle. Esa terrible oscuridad
también la están sufriendo tantas personas y familias que lo perdieron todo,
absolutamente todo y están con sus hijos a la intemperie, en los caminos, en
los estadios de futbol, en aeropuertos cerrados, en la calle, bajo lonas de
plástico y sin nada, esperando, pidiendo la ayuda que poco a poco les irá
llegando.
Pero no todo
es oscuridad. La mañana del domingo en Quito y en otras ciudades del país, de
la manera más espontanea, conforme iban llegando las primeras noticias del
terrible desastre, se fue generando un movimiento ciudadano de solidaridad que
sorprende, asombra y conmueve.
En estos tres
días son miles y miles las personas que se movilizaron en apoyo de los
afectados por el terremoto, llevando a los puntos de recogida, todo tipo de
alimentos, agua, ropa, enseres para cocinar, cobijas, colchones, medicinas,
herramientas, etc. Ayer las góndolas de los centros comerciales estaban vacías
por las compras para los damnificados, en los supermercados estaban los carros
llenos de comida a rebosar a la puerta, esperando a la camioneta que pasara a
retirarlos y llevarlos a los lugares de clasificación, las farmacias también
desabastecidas de muchas medicinas apropiadas para estas situaciones de
emergencia. Se convirtieron en centros de acopio las parroquias y capillas, las
escuelas y colegios, las empresas y centros comerciales, ministerios y centros
públicos del gobierno,…En estos puntos de acopio se pasan todo el día cientos
de personas clasificando, ordenando, metiendo en cajas de cartón, en fundas
todo lo que iba llegando. No solo los particulares se han volcado, también las
instituciones, las empresas, con más medios hicieron lo propio.
Da la
impresión de que todo el país no es que esté participando en un evento
solidario dando de lo que le sobra, sino que le sale de natural ser solidario,
mejor: ser compasivo, compadeciendo, con-sintiendo y sufriendo en carne propia
lo que les está pasando a otros hermanos ecuatorianos, y una “compasión hasta
que duela”, (como decía San Alberto Hurtado sobre la calidad del amor ).
Por eso las
imágenes de tantas personas compartiendo hasta lo que no tienen, tantas
personas dedicando horas y horas, trabajando en cadena y con gran esfuerzo para
que lleguen todos esos medios a los damnificados lo antes posible, a través de
carros propios, camionetas, volquetas, aviones,…es un enorme fogonazo de luz,
de esperanza, de futuro nuevo, de creer, cuidar y proteger toda vida, este
pueblo tiene futuro.
También cuanta
luz están ofreciendo todos los voluntarios que están participando en las tareas
de mover escombros, de repartir ayudas y buscar vidas, los médicos, psicólogos,
los bomberos y rescatistas, (están trabajando cerca de 800 de 16 países) que
vinieron a ofrecer sus conocimientos y experiencia, el apoyo de naciones
hermanas y de otros países, la ONU,…todo será necesario y más, habrá que
permanecer acompañando a este pueblo a reconstruir viviendas, tejido social,
trabajo, infraestructuras,… en esas aldeas y ciudades: todo recién está
comenzando.
Por todo esto
y en este tiempo Pascual, estamos contemplando al Señor Jesús Resucitado
iluminando la vida de su comunidad y abriendo un nuevo día, venciendo la
oscuridad, y le escuchamos una vez más: “ Jesús al ver a la muchedumbre
hambrienta y perdida, al ver al ciego, al ver a la viuda, al ver al asaltado
del camino,…sintió compasión y les dio la buena noticia, los curó, les dio la
vida, sanó sus heridas y los cuidó en la posada toda la noche”, ¡cuantos miles
de samaritanos están curando y sirviendo en estos días en el país!. Damos
muchas gracias a Dios Padre y Madre por este don que regaló a este pueblo
ecuatoriano.
(Josechu
García – Misionero. Fue Delegado Diocesano de Cáritas de Canarias)